Mi primera despedida del verano fue hace un par de semanas; justo cuando salí de vacaciones. Fecha en la que tuve que separarme de una amistad (¿?). Su ausencia consiguió desteñir el cielo despejado de Madrid, que las calles perdieran su luminosidad, que el termómetro comenzara su descenso.
La despedida de ayer no fue menos contrita. Terminaron mis vacaciones; Madrid, ya antes descolorido, empezó a repoblarse de ruido, de máquinas y de gente con un estado de ánimo parecido al mío; y dejé de lado una etapa que resultó más satisfactoria de lo que esperaba, en la que pude dedicarme a tiempo completo a mi hijo Ramón IV.
Hoy también me despedí por segunda vez de la casa de María (hace unos meses, también mi casa). Volveré a dormir en mi (muy reciente) nueva cama, en mi (muy reciente) nueva casa, bajo el cobijo de mi (muy reciente) nuevo estado de cosas.
No estoy muy seguro si echaré de menos el verano, pero hoy agrego a mi espíritu el doble peso de este adiós.
1/09/07 at 23:05
>Hombre, qué verano el tuyo! Chicas, despedidas, recalentados, idas y venires; algún lance mencionas, y literalmente sólo uno XD Además, con laurel para tu persona.Sí, ha sido buen verano éste; será mejor el próximo, cuando nos encontremos…
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