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«… se había limitado a enumerar recuerdos compartidos como si la complicidad estuviera sólo en la memoria.» Alberto Méndez El idioma de los muertos

Ya no es un niño, es un hombre, pero sobre todo es mi hermano. Me lo dice algo cuando miro su foto (mi madre diría que es
la sangre), aunque esa imagen no me informa de su salud, de sus últimas alegrías, de sus últimas derrotas. Ese retrato que ahora tengo frente a mí es la única estructura de la que puedo agarrarme para construir su historia. Para engañarme, o acertar, de su bienestar. Es mi hermano coño y es un extraño – o más bien es alguien a quien extraño-.
Recuerdo su infancia, que fue la mía. Lo imagino y la efigie de mi mente es tan diferente a esa foto, que me vuelvo a engañar para verlo igual. Su silencio en la fotografía, me recuerda que le decíamos el callado, pero es un mutismo diferente; casi tan grande como el que abarca la historia entre nosotros los últimos años.
No, ya no es un niño, es un hombre, pero sobre todo es mi hermano. Y espero que la sangre me lo siga diciendo por los años de distancia que vendrán.
Foto prestada por Alejandro Ortega
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Acerca de Ramón Ortega (tres)
25/08/07 at 22:07
>:)
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