Café pandemia

Hace 20 años cuando todavía vivía en México comencé un café literario con dos amigos de la universidad Óscar (alias el Chore) y Emilio (Mefistófeles). A él se fueron incorporando otros estudiantes universitarios que, al igual que nosotros, se sentían atraídos por el saber; pues no sólo hablábamos de literatura, sino que también tratábamos temas de filosofía, arte, psicología. Tuve que abandonar ese café cuando me vine a vivir a Madrid, pero seguía a la distancia sus pasos, pues sabía que seguían reuniéndose. A este café literario se fueron uniendo y desuniendo miembros. Aunque yo no los conocía, sabía que había dos nuevos pilares, además del Chore, indisociables del café: Alejandro Merino y Alejandro Montiel (alias el Castor).

De hecho, comenzamos entre los cuatro (igual había alguien más) un pequeño taller de escritura creativa en el que uno sugería una palabra y los demás teníamos que escribir un relato corto en torno al concepto escogido. Luego hacíamos una serie de críticas sobre los textos escritos. Todo lo hacíamos en ese entonces por correo electrónico. En mi caso la experiencia dio como resultado mi primer libro de relatos Un gran salto para Gorsky. Sin embargo, la distancia, las dificultades para entablar comunicación (no había zoom y el Skype era sólo para uso individual) y la disparidad horaria hicieron que me alejara de aquellos amigos. Con el tiempo ellos también dejaron de frecuentar el café literario.

El 15 de marzo nos vimos en la necesidad de confinarnos debido a la pandemia SARS-COV-2. Ha sido duro: incertidumbre, aislamiento, miedo, enfermedad y muerte. El mundo se detuvo por un tiempo y, aunque quiere volver a la normalidad, todavía no parece ser el mismo. Y pese a ello, yo he de confesar que gracias a este virus he podido vivir una de las mejores experiencias de los últimos años.

Dos semanas después del comienzo de la cuarentena, el sábado 4 de abril, reabrimos el café literario cuatros de los amigos que lo frecuentamos hace veinte años. El Chore y el Castor desde México, Merino desde Polonia y yo desde Madrid. Lo bautizamos: Café pandemia. Gracias a zoom hemos podido asistir a nuestra cita de los sábados por la noche para hacer lo que nos gusta: leer, hablar de literatura, filosofía, ciencia y actualidad (lo último ha dado para mucho en los últimos tiempos).

Se dice pronto, pero no hemos dejado de llevar a cabo este encuentro ni una sola semana del año. Son muchas las anécdotas que podría contar, pero sólo quería comentar que nunca me había sentido tan cerca de estos viejos amigos y eso que nos separan miles de kilómetros. ¡Ah! ¡Las risas! Gracias a ellos me he vuelto a reír a carcajadas; todos los sábados nos reímos indolentemente hasta de lo prohibido. Así son estos amigos, gente de la que se puede aprender mucho mientras te ríes. Eso es invaluable.

El café pandemia también ha dado para leer mucho. Aquí muestro el listado de lecturas que hemos hecho a lo largo de este año (no están en orden, pero eso qué más da).

  1. Ambrose Bierce, Aceite de perro
  2. Italo Calvino, El hombre, la nariz
  3. Felisberto Hernández, La casa de agua
  4. Lorrie Moore, Cómo hacerse escritora / Además, eres feo
  5. Michael Ende, La prisión de la libertad
  6. Samanta Schweblin, Un hombre sin suerte / Hacia la alegre civilización de la capital
  7. Pedro Lemebel, Noche quiltra / Noche payasa / Noche coyote
  8. Robert Bloch, Un hombre con manías
  9. J. Castañeda, La civilización estadunidense
  10. Alejandro Zambra, Mis documentos
  11. Rafael Pérez Gay, Regreso a la burbuja
  12. Jorge Luis Borges, El jardín de los senderos que se bifurcan
  13. Ignacio Aldecoa, La despedida
  14. Luisgé Martín, Ernst Kloshe / Gilda Lombardo de Miceli
  15. Silvina Ocampo, Mimoso
  16. Ryunosuke Akutagawa, Rashomon
  17. Flannery O´Connor, El negro artificial
  18. Isaac Asimov, La última pregunta
  19. Juan Marsé, Teniente Bravo
  20. Junichiro Tanizaki, El bombo del infierno
  21. Ernest Hemingway, Los asesinos / Dios les conserve la alegría, caballeros
  22. Roberto Bolaño, El gusano
  23. Hernán Casciari, El día que un lector se me murió de muerte natural
  24. Mario Benedetti, La noche de los feos
  25. Ahmed Nury, Inocente celestino
  26. Etgar Keret, La penúltima vez que fui hombre bala / Esposa inquebrantable
  27. Tobias Wolff, El mentiroso 
  28. Mario Bellatín, Salón de belleza
  29. Natsuo Kirino, Grotesco 
  30. Eduardo Halfon, El boxeador polaco
  31. Yasutaka Tsutsui, Rumores sobre mí
  32. Bernard Schlink, El otro
  33. Iván Pérez Fernández, De cómo conocí a Soledad Paipay
  34. João Guimarães Rosa, La tercera orilla del río
  35. Juan Villoro, Mariachi
  36. Guillermo Cabrera Infante, El día que perdí la inocencia
  37. Julio Ramón Ribeyro, Los gallinazos sin plumas
  38. Witold Gombrowic, Filifor forrado de niño // Zofia Nalkowska, Los niños en Auschwitz // Slawomir Mrozek, El monumento al soldado desconocido.
  39. Roberto Arlt, El jorobadito
  40. Nick Hornby, Si no, pandemónium
  41. Svetlana Aleksiévich, Voces de Chernóbil
  42. Velibor Colic, Los Bosnios
  43. Juan Carlos Onetti, El infierno tan temido
  44. Neil Gaiman, El precio
  45. Mircea Catarescu, El Ruletista
  46. Enrique Serna, El desvalido Roger
  47. Bustos Domecq, Más allá del bien y del mal
  48. Emiliano Salto, Lapiceras // Matías Vigano, Aunque no haga ruido.
  49. Rudyard Kipling, El hombre que pudo ser rey (por leer).

Así que este sábado nos espera una fiesta. Cumplimos nuestro primer año (o 21, según se mire). Espero que podamos seguir con este encuentro semanal unas 20 pandemias más. ¡Gracias amigos!

R.III

Si te ha gustado esta entrada no dejes de visitar: El día que perdí mi acento.

©R.III

Acerca de Ramón Ortega (tres)

Ramón Ortega III https://unviajepersonal.wordpress.com/acerca-de-mi/ Ver todas las entradas de Ramón Ortega (tres)

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