No es nada habitual en mí, pero llevo un par de días sin poder dormir con facilidad. No sé si es la edad, que ya no me perdona ese café después de la hora de la comida y que me pasa factura en la noche. ¿O será que estoy cerca de terminar la tesis y eso significa ir tras de nuevos objetivos? ¿Quizá ha sido este fin de semana lleno de actividad infantil por el décimo cumpleaños de R.IV? ¿Que se acerca esa época que tanto detesto? Sabrá el diablo.
Lo cierto es que llevo un par de días revolviéndome en la cama, antes de caer vencido por el sueño (porque «al final siempre termino dormido»). Y eso me ha recordado ese viejo poemita que escribí hace más de una década. Unas líneas que hoy comparto con la esperanza de volver a poner la cabeza en la almohada y rendirme a los encantos de Morfeo.
“Quien busque el infinito que cierre los ojos”
Milan Kundera, La insoportable levedad del ser
Últimamente no puedo dormir
no inmediatamente como en mi niñez
y cuento borregos
hasta diez
pero sé que no va a servir
cuento aves, peces y cielos
cuento ambiciones
deseos y anhelos
cuento y canto canciones
y empiezo a contar recuerdos
entonces me invaden mis frustraciones
mis problemas y limitaciones
que me ahogan más el sueño
menos puedo dormir
y es cuando quisiera
empezar a contar olvidos
hasta ya no pensar y descansar
tantos son los esfuerzos nocturnos
que al final siempre termino dormido.
R.III