El nuevo estado de cosas

Es lunes 2 de septiembre de 2013 y te levantas a las siete de la mañana. Un poco adormilado te cambias y te espabilas lavándote la cara. Buscas los audífonos, los conectas y sintonizas Radio 3 (ya van siendo años de buena compañía). Te pones a hacer ejercicios de estiramientos y sales de casa. Caminas a paso rápido y dejas a tu derecha la Iglesia de San Antonio, para entrar en el Parque de la Bombilla. Haces los últimos estiramientos y comienzas a correr. Llevas años sin hacer ejercicio, así que después de unos minutos comienzas a sentir fatiga, pero paradójicamente también sientes que la energía recorre todo tu cuerpo. La mañana ha clareado por completo y deja ver un día azul y despejado. Las aves (muchos loros) también se han despertado llenando el ambiente de sonidos silvestres que escuchas lejanamente por encima de la música. La alegría se agolpa en tu interior; parece como si los elementos del entorno se hubiesen confabulado entre ellos para dibujar una sonrisa en tu rostro.

Llegas a casa y te das una ducha. Tomas el desayuno mientras se enciende tu ordenador.  Durante las siguientes horas te sumerges en Cannon y su fisiología. Cotejas los fragmentos de libros que has leído, traduces, escribes, corriges. Has perdido costumbre y te distraes con facilidad y cuando te cansas das pequeños paseos por el salón y las habitaciones hasta que  recuperas la fuerza de voluntad que te conduce de nuevo hacia el ordenador. Hacer una tesis doctoral es un trabajo que requiere paciencia. Los avances no son siempre muy notorios, pero uno tiene que seguir avanzando. Hacia las dos de la tarde te detienes para comer sintiendo que esta mañana, para ser la primera, te ha cundido. Después de comer recoges un poco la casa y te sientas en el sofá a leer un poco la novela de turno. En unos minutos te adormilas y te echas una pequeña siesta; no muy larga, no llega a media hora. Te recuperas con un café y vuelves a la tesis.

Llevas años robando tiempo aquí y allá para dedicarlo a tu doctorado. Has conseguido escribir dos capítulos que ya han sido aprobados por tu director de tesis y otros dos en proceso de edición. Tu idea es escribir cinco. Si hasta ahora has llegado a más de la mitad del trabajo sacando horas cuando conseguías no salir tan tarde del trabajo y aquellos fines de semana que no tenías al niño, ahora deberías poder despachar este proyecto con mayor celeridad, ya que te dedicarás a tiempo completo. Ese es tu mayor anhelo. Pero una mezcla de excitación y agobio te hacen enredarte y perderte; como el corredor de maratones, no debes soltar toda la energía al comienzo, pues de hacerlo no llegarás a la meta. Hay que ser pacientes y centrarse en superar pequeñas etapas. Hace un año, en Chang Mai, un monje budista te dijo eso tan evidente y que tanto pasas por alto: hay que ir paso a paso.

Siempre habías querido esto: poder dedicarte en exclusividad a tu formación (y a escribir). Sin embargo, ahora que puedes hacerlo tienes una sensación de vértigo. Después de ocho años de trabajo continuado, el día de hoy estás desempleado. Ha sido como Up in the air, pero sin el glamour de George Clooney.  De pronto te ofrecen un cambio de condiciones tan sumamente injusto que por mucho que quisieras no estabas en posición de aceptar.  Sobre todo, porque ser autónomo te hace correr el riesgo de perder  esa cotización que a lo largo de estos ocho años te permite la subvención por dos años a la que ahora te amparas. Esperas no tener que usarla por completo. El primer paso es terminar el doctorado (que a su vez conlleva pasos más diminutos: “baby steps”). Y después centrarás tus esfuerzos en conseguir un trabajo que esté a tu altura. Te sientes fuerte y confiado, aunque la sensación de vértigo siga en tu estómago.

Como trabajar para uno mismo (pues hacer esta tesis es un trabajo en sí mismo) requiere más disciplina que trabajar para otros, no debes distraerte. Hay que centrar los esfuerzos en el primer eslabón de la cadena y una vez conseguido pasar al siguiente. Esta situación es una oportunidad para seguir creciendo. Quizá sea el impulso que necesitas para poder dedicarte por fin a lo que te gusta hacer: dar clases y escribir. Ya se irá viendo, por el momento has de prestar menos atención a Cuando el hoy comienza a ser ayer. Con suerte en unos meses estas decisiones potencie este foro más allá de donde ha llegado ahora.  Salir de la zona de confort es un reto y una oportunidad; tú siempre te has crecido ante cualquier vicisitud, así que a trabajar Orteguita…

 

R.III

 

Imagen

Acerca de Ramón Ortega (tres)

Ramón Ortega III https://unviajepersonal.wordpress.com/acerca-de-mi/ Ver todas las entradas de Ramón Ortega (tres)

2 respuesta a «El nuevo estado de cosas»

Deja un comentario