Lo fácil que era la vida

“Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”

Pablo Neruda, Poema XX

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Estoy yendo a recoger [por fin] mi título a la Universidad Europea de Madrid. Como antaño, voy montado en el autobús 518. Cuando alcanzo a vislumbrar las primeras filas de chalets a la entrada de Villaviciosa de Odón siento un apretón en el pecho. Han pasado por lo menos cinco años sin venir a este lugar recóndito de la Comunidad de Madrid que fue mi hogar durante el primer año que viví en España.

Recuerdo lo fácil que era la vida; las mañanas en la cocina con mis compañeros –con mis amigos- de piso; los días de universidad; las tardes de domingo cuando acostado contemplaba, a través de la ventana, el azul claro y monótono de un cielo altísimo; el pequeño escritorio donde se apilaban los libros que todavía arrastro de casa a casa, de vida a vida; saliendo a pasear en las noches de invierno cuando la niebla humedecía y coloreaba de amarillo todo alrededor; preparando una barbacoa en el patio de casa con el sol cayendo a plomo sobre nuestras cabezas; organizando los ingredientes para hacer una cubeta de sangría; levantándome temprano un domingo para ir al Prado, al Retiro o al Parque del Moro; descubriendo el universo de Paul Auster; el de Alessandro Baricco. Recuerdo lo fácil que era la vida corriendo hacia el autobús para no perderlo; yendo a comprar una pizza para la cena a ese local que se llamaba “Lobato” y que ofrecía vino blanco mientras esperabas; remoloneando en la cama de mi buhardilla; aprendiendo a escuchar y a entender a Extremo Duro; escogiendo poesías y canciones para mi programa de radio (Inventando que sueño); leyendo libros que nadie cogía en la biblioteca prácticamente vacía de la universidad o pasando de largo cuando, en época de exámenes, perdía el encanto de su soledad; en invierno, descubriendo que hacía más frío dentro del chalet que afuera; cuando organizamos el primer viaje a Segovia, Ávila y Salamanca; cuando era un aficionado a la fotografía y creía que podría dedicarme a ello; cuando pisé París y pensé que la personas que debería estar ahí era mi padre. Recuerdo lo fácil que era la vida cuando tomaba esas clases aburridas; y las interesantes; en las múltiples noches de juerga; las que pasábamos en casa (también de juerga); cuando bajábamos en autobús a Madrid o en el coche de algún amiguete; cuando nos quedábamos en Villaviciosa e íbamos a las Brazas; la gentileza de Domingo (el dueño del bar); la antipatía de su mujer; la primera jarra de sangría; la segunda; las copas que Domingo nos invitaba, ya solos con él, y una vez cerrado el bar; explorando la noche madrileña en los alrededores de Gran Vía; dejando tu espíritu colaborando con tus amigos en la elaboración de sus cortometrajes; conociendo el cine español; conociendo el europeo; anotando los malentendidos lingüísticos para luego comentarlos con mis amigos mexicanos. Recuerdo lo fácil que era la vida pasando casi todo el día en la universidad; los pasillos donde entablaba conversación con casi cualquiera; lo hermosas que me parecían las mujeres españolas; lo difícil que era ganar su atención; lo sencillo que resultaba hacer nuevos amigos; las noches frente al televisor jugando videojuegos; las risas provocadas por ciertas sustancias; las que emanaban con naturalidad sin el uso de ellas; el querer estar abajo con ellos –los que se reían-, pero no querer perder la oportunidad de seguir acostado con ella, la que conseguía hacer subir a la buhardilla; el encontrarme a mis compañeros de clase mientras hacía la compra en el Open Core; el terminar con ellos cenando para volver a reír; la complicidad que se amparaba en la juventud, la inocencia o las ganas por comerse el mundo.

Recuerdo lo fácil que era la vida en aquellos días cuando, al igual que ahora, iba en el autobús escuchando música, con la cabeza recargada en la ventana, sorteando las mismas calles y contemplando con satisfacción el paso del tiempo.

                                                              R.III

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Acerca de Ramón Ortega (tres)

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4 respuesta a «Lo fácil que era la vida»

  • serranomolinero

    Todos tenemos el recuerdo de ‘cuando la vida era así de fácil’… A lo mejor con el tiempo se va complicando. Las rutinas cambian, las responsabilidades crecen… Pero lo importante de verdad sigue siendo fácil: el encuentro y la complicidad con los amigos… La risa.

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  • Ramón

    La complicidad y el encuentro con los padres también sigue siendo relativamente fácil…. que recuerdos Ramón…. mi hijo como te decía Domingo!! Donde estará?
    Un abrazo muy fuerte…..caray como pasa el tiempo y sí ya no somos los mismos! Caray….

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  • La música ilumina tu mundo II | Cuando el hoy comienza a ser ayer

    […] El número 2 se lo debería dar a toda la agrupación. Para mí quizá el descubrimiento más satisfactorio de los últimos meses (y años): The sounds. Me acerqué a ellos por la pegajosa y bailable canción: Shake, shake, shake. Pero no es ni de cerca lo mejor de esta banda sueca. Todos sus discos son dinámicos, energéticos, bailables, cantables. Rolas que te llevan por el paroxismo o la catarsis mientras cantas/gritas los sentimientos o estados de ánimo de esas letras sumamente cuidadas. Una banda con un toque juvenil (pese a que los integrantes ya no son unos chavales) que inexorablemente te hace recordar lo fácil que era la vida. […]

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