De eso está hecha la vida. Instantes que brillan y otros que nos ensombrecen con su oscuridad. Como aquellas noches de insomnio cuando su tos te duele más que cualquier tortura y la sufres impotente, o cuando su frente arde y lamentas no haber estudiado medicina. Cuando te sientes fracasado, solitario, anónimo y no hay palmadita en el hombro que le ponga remedio a esa sensación. Cuando no consigues conectar con tus alumnos y sabes que nada de lo que les estás contando les interesa un ápice; y quieres terminar con esa farsa y dejarlos marchar a la cafetería. Si se tuerce el día y ella comienza a discutir por las mismas cosas de siempre y sabes que tú eres el culpable de la situación. Cuando el equilibrio se rompe y no sabes si estás haciendo lo correcto con tu vida y echas la vista atrás y adelante para buscar alguna respuesta y no recibes más que mutismo o desasosiego. Cuando parece que todo se confabula en tu contra y tu ánimo se hace pequeñito y quisieras dejar de ser un hombre adulto y echarte a llorar.
Pero a veces sobreviene la suma alegría, como cuando pasa sus diminutos brazos por encima de tu cuello, te da un beso en la mejilla, te dice “te quiero papá” y tú sabes que es cierto. O cuando en verano cae el sol a plomo, pero consigues esa mesa con sombra en una terraza, te tomas un vino blanco (un albariño) y te sumerges en una novela. Los viernes en la tarde cuando todos se han ido y tienes la oficina para ti solo. También unos instantes después cuando comienza oficialmente tu fin de semana. En el momento en que suena tu despertador y descubres que es sábado y puedes regodearte unas horas más dormitando en la cama. Cuando ella clava sus ojos en los tuyos con esa media sonrisa seductora; la señal de lo que se avecina donde quiera que se avecine. Y después, cuando yaces sudoroso a su lado, exhausto, satisfecho. El día que amanece chispeando y mucho mejor si el orvallo se mantiene toda la jornada. Al final de una clase, cuando alguno de los chicos te dice que le ha gustado el tema expuesto y consideras que está siendo honesto. En medio de una ciudad que no conoces y que se te ofrece con toda su magnitud. Frente a una selección de pintxos vascos y un buen vino tinto. Cuando escuchas a Schubert, a Bach, a The Cure o simplemente radio tres…
Quizá sin esos contrastes no seríamos lo que somos; no perseguiríamos el día a día. No nos llevaríamos aquellas sorpresas por lo que merece la pena vivir.
R.III
3/07/11 at 18:47
uy, bien cierto mi querido Ramón…
Me gustaMe gusta
3/07/11 at 21:49
Me ha encantado, Ramón, el fondo y la forma. Una delicia.
Me gustaMe gusta
6/07/11 at 11:31
Una estupenda visión de los contrastes. Aunque cambio a Schubert por Scarlatti y a The Cure por Radiohead o Kashmir -ja-. Me gustó mucho.
Me gustaMe gusta
6/07/11 at 11:35
Tienes razón con lo de Radiohead… yo también creo que lo prefiero, pero no caí en la cuenta. Aunque lo de Schubert… ufff :-)))))
Me gustaMe gusta
8/01/12 at 21:04
[…] tears, a veces se está arriba y a veces se está abajo. De eso se compone nuestra existencia, de Contrastes entre la felicidad y la […]
Me gustaMe gusta
31/12/12 at 22:07
[…] a veces es necesaria para asumir aquellos errores que se han cometido y tratar de enmendarlos. Los contrastes son indispensables para comprender, disfrutar y reconocer las épocas de provecho y bonanza. Seguir […]
Me gustaMe gusta
23/06/14 at 17:31
[…] Si te ha gustado esta entrada visita Cuando el hoy comienza a ser ayer: Contrastes […]
Me gustaMe gusta
8/04/15 at 19:34
[…] Si te ha gustado esta entrada puedes leer Contrastes […]
Me gustaMe gusta
16/12/15 at 19:05
[…] Si te ha gustado esta entrada prueba con Contrastes. […]
Me gustaMe gusta
13/09/16 at 23:57
[…] Si te ha gustado esta entrada no dejes de visitar Contrastes […]
Me gustaMe gusta
3/04/18 at 19:32
Me ha encantado leer la forma de ver que tienes sobre los contrastes.
Gracias
Me gustaLe gusta a 1 persona
3/04/18 at 19:37
Muchas gracias, Francisca. Me alegro de verdad que te haya gustado. Saludos 🙂
Me gustaMe gusta
27/10/19 at 19:55
[…] También puedes leer: Contrastes […]
Me gustaMe gusta
29/11/19 at 10:35
[…] Si te ha gustado esta entrada no dejes de leer Contrastes […]
Me gustaMe gusta